Al subirnos al autobus y sentarnos, escuchamos detrás de nosotros a una pareja decir un "mone" expresión muy tipica en Castellón.
- ¿De donde sois?
- De Castellón
- Ostras, nosotros también...
A partir de aquí pasaríamos juntos el resto del viaje.
Durante la excursión y en autobús, pero con paradas para hacer fotos visitamos:
•
• Barrio de Harlem, lo que nos traslada a cualquier película policíaca. Todo parece un decorado de película de polis.
• Central Park (Varias casas de famosos, hoteles de gran lujo, apartamentos de varios millones de dolares)
• Al bajar por la 5ª avenida, el espectáculo de las tiendas. Una tras otra van apareciendo todas las mundialmente conocidas, cada cual mas grande y mas ostentosa.
• Nos paramos en el Madison Park, para fotografiar el Flat Iron Building (el primer rascacielos de Nueva York) y el Empire State.
• Recorremos Wall Street
• Battery Park, donde paramos y aprovechamos para contratar la excursión de mañana (Contrastes). Hemos pensado que vale la pena, ya que de otra forma no podríamos visitar Queens o el típico Bronx.
A partir de aquí, comenzamos a caminar por nuestra cuenta:
Una vez allí, recorremos Wall Street, el corazón financiero de Manhattan. La bolsa debe de estar ajetreada, porque es la hora de comer, y se ven pocos brokers. Pasamos por al lado del toro de Wall Street y del cementerio. (Si si, hay un cementerio a 1 minuto a pie del edificio típico de la bolsa).
De aquí, a la Zona cero, donde el tiempo parece haberse detenido, y las imágenes que aún se ven, parecen las de aquel fatídico 11S (parece mentira que hayan pasado ya tantos años). El hueco que aún queda, la grandes grúas, y los edificios colindantes que aún siguen derrumbandolos poco a poco...
Me emocione (por primera vez en el viaje, porque vendrán más) al visitar el parque de bomberos de la zona cero. La verdad es que sobrecoge la gran carga de emotividad que tiene todo eso. Los cascos de bomberos rotos, trozos de matrículas de camiones, placas de las calles que aún se conservan para el recuerdo.
Comemos en un sitio de comida rápida (para variar), pero nos sabe a gloria. El cansancio y el hambre van haciendo mella.
Después de una tarde de compras, un descanso en Madison Park donde vemos a una fauna de lo más variada, no sólo de personas (de todos los gustos, tipos y colores), sino también de ardillas.
Por primera vez, nos disponemos a coger el Metro de vuelta al hotel. Con la falsa seguridad de dominarlo (después de tener superado el metro de Madrid por ejemplo), uno se da cuenta de que... Nueva York no es Madrid, y éste es "algo" más grande. Además las lineas funcionan de una manera un tanto peculiar. Total, que en uno de los varios transbordos, nos equivocamos de tren. Nada que no se pueda arreglar volviendo un par de paradas atrás.
Predicadores del fin del mundo, adoradores de Jesucristo, y cantantes frustrados, completan lo variopinto del paisaje suburbano. Negros, blancos, chinos, brokers, estudiantes o amas de casa, todos en el mismo metro. Ahora entendemos el porque dicen que el metro es como la justicia divina, y que da igual el dinero que tengas una vez has cruzado el umbral del torno.
Hoy si que estamos realmente agotados. Si el jet-lag aún nos pesa, y el patear la ciudad afecta, el combinar estas dos cosas con las compras, es la gota que colma el vaso. Compramos cosas en un supermercado cerca de nuestro hotel, (ya pensábamos que no existían supermercados) y cenamos en el hotel.
Mañana, como viene siendo habitual... más.
(Algunas fotos más en PicasaWeb)
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