Si algo me llamó poderosamente la atención de este idílico lugar en nuestro viaje anterior, fue la ausencia de coches. Es una maravilla que la única forma de acceso a Nuria sea utilizando el tren cremallera. (O andando, como fué nuestro caso en esta última ocasión).
Para alojarnos, elegimos esta vez el camping de Vall de Ribes, situado al inicio de la carretera de Pardines, a cinco minutos a pie del centro del pueblo de Ribes. Ir de camping, cuando uno piensa en naturaleza, caminatas, y fundirse con la montaña, tiene un encanto especial.
El sendero que baja desde el camping hasta el pueblo de Ribes desemboca a las puertas de la coqueta estación del tren cremallera, inicio de ruta de la mayoría de turistas que visitan Nuria.
Eso si, el que se anime, que se prepare a subir, subir, subir...
El día acompaño durante la mañana, y el sol escondido detras de gruesas nubes, sólo hizo su aparación en contadas ocasiones. Casi terminando la ruta, comenzó a llover ligeramente... lluvía que más tarde se convertiría en tormenta, y que nos obligaría a dejar el camping, y hacer un cambio de planes sobre la marcha. Pero eso fue el final, antes...
Allí arriba, las típicas fotos de rigor admirando el paisaje, la visita a la tienda de recuerdos, y la comida tranquila.
La tarde, contemplación, más fotos, y vuelta a Queralbs... eso si, esta vez con el cremallera.
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