02 junio 2007

La Vall de Nuria

De nuevo el destino nos llevó a las puertas de la Vall de Nuria, paraiso catalán situado a 2000 metros de altitud.

Si algo me llamó poderosamente la atención de este idílico lugar en nuestro viaje anterior, fue la ausencia de coches. Es una maravilla que la única forma de acceso a Nuria sea utilizando el tren cremallera. (O andando, como fué nuestro caso en esta última ocasión).

Para alojarnos, elegimos esta vez el camping de Vall de Ribes, situado al inicio de la carretera de Pardines, a cinco minutos a pie del centro del pueblo de Ribes. Ir de camping, cuando uno piensa en naturaleza, caminatas, y fundirse con la montaña, tiene un encanto especial.

El sendero que baja desde el camping hasta el pueblo de Ribes desemboca a las puertas de la coqueta estación del tren cremallera, inicio de ruta de la mayoría de turistas que visitan Nuria.
Nuestro viaje esta vez comenzó en coche, destino Queralbs, situado a 8 km de Ribes. Desde ahí, una ruta de montaña te lleva caminando hasta el Santuario de Nuria, ruta que está planificada para hacerse en unas 3 o 4 horas.
Eso si, el que se anime, que se prepare a subir, subir, subir...
Durante el camino nos dimos cuenta que la gente lo hace a la inversa, sube con el tren cremallera, y baja andando desde Nuria hasta Queralbs. Eso tuvo un especial encanto para nosotros. Nadie subia, todos bajaban. Fué gracioso.
El día acompaño durante la mañana, y el sol escondido detras de gruesas nubes, sólo hizo su aparación en contadas ocasiones. Casi terminando la ruta, comenzó a llover ligeramente... lluvía que más tarde se convertiría en tormenta, y que nos obligaría a dejar el camping, y hacer un cambio de planes sobre la marcha. Pero eso fue el final, antes...

Llegada a Nuria, completamente satisfechos, pues la ruta, aunque corta, es pesadita. El desnivel es grande, y ver pasar el tren una y otra vez, cargado de turistas que sabes llegarán arriba mucho antes que tu agota. ;-)

Allí arriba, las típicas fotos de rigor admirando el paisaje, la visita a la tienda de recuerdos, y la comida tranquila.
La tarde, contemplación, más fotos, y vuelta a Queralbs... eso si, esta vez con el cremallera.
Al llegar a Queralbs, y tras una pequeña visita a un pueblo absolutamente fascinante, la lluvia comenzó a caer con gran intensidad, nos fuimos hacia el camping, y bajo el diluvio universal recogimos la tienda, y partimos todavía sin saber muy bien hacia donde...

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